miércoles, 30 de septiembre de 2009

Caída de mollera

Padecimiento propio de los infantes, aunque no exclusivo de este sector de la población, pues también afecta a los adultos.Su incidencia se atribuye sobre todo a causas de índole mecánica, como caídas y movimientos bruscos. En el caso de los niños, se manifiesta por la depresión de la fontanela anterior, llamada mollera, y la dislocación de la bóveda palatina; también suelen presentarse diarrea, vómitos, calentura y debilidad, entre otros síntomas. Los adultos no presentan la peculiar depresión de la fontanela anterior, pero sí la dislocación de la bóveda palatina, además de desgano y debilidad; en este grupo de edad, la causalidad del malestar está determinada por cargar cosas pesadas sobre la cabeza o por caídas violentas.Algunas comunidades mencionan dos tipos de molleras: la de "adelante", que corresponde a la fontanela de la unión parieto-oriental, y la de "atrás" o unión parieto-occipital.Si bien la causalidad de la caída de mollera es atribuida a que el niño se cae, o bien a que es "zangoloteado" —trato brusco, ya sea por cargarlo mal o en vertical con la cabeza para abajo—, intervienen también otros procesos causales. Destaca el retiro repentino del pezón materno cuando el infante está mamando. En Michoacán, aparte de los procesos antes mencionados, se añade que es provocada por un susto fuerte. Similar creencia tienen los nahuas de la sierra Norte de Puebla, donde la mollera hundida es indicio de la pérdida del tonalli. Los huaves y los yaquis relacionan el malestar con la penetración de una corriente fría al interior del cuerpo, mecanismo que describen diciendo: "el niño se sienta sobre la tierra fría, el frío le va a la cabeza y la mollera se cae". De manera análoga, los nahuas de Milpa Alta, Distrito Federal, consideran que la mollera de un niño, por no estar endurecida, puede permitir el paso de un aire u otra corriente fría; por este motivo, cubren la cabeza del bebé durante su primer año de vida. Los mixtecos mencionan que además de las caídas y brusquedades, la fontanela anterior se puede deprimir a raíz de un antojo insatisfecho. Para los kikapúes de Coahuila, así como para la población de la costa de Guerrero, la afección es secuela de un episodio de diarrea o vómito. A diferencia de lo que sucede en otras regiones del país, en la costa grande de Guerrero se considera que es más frecuente en los meses de calor. Los kikapúes consideran también que si una embarazada ve a alguien matar a una víbora de cascabel, su hijo nacerá proclive a sufrir este padecimiento. Otro proceso causal, reportado en Veracruz y distinto de los anteriores, es atribuido a la ingestión de pastillas anticonceptivas por parte de la madre; si queda preñada, el crío será propenso a padecer la caída de mollera.La depresión del cráneo constituye el signo morboso más común entre la población infantil, aunque también es frecuente la caída o dislocación del paladar. Otras manifestaciones importantes son: diarrea —frecuentemente de color verde—, calentura, vómito, palidez, ojeras, lloriqueo, desgano, falta de apetito, párpados caídos, dormir con los ojos semiabiertos y presentar una pierna más corta que la otra. En Michoacán, el cuadro sintomatológico se complica con la presencia adicional de dolor de cabeza, pérdida visual o auditiva y un comportamiento temeroso. En otras localidades, además de lo anterior, se menciona que la mollera del niño no palpita. Existen discrepancias en cuanto a la secuencia de aparición de los signos mencionados, pues generalmente la depresión de la fontanela provoca el síndrome diarreico; sin embargo, con frecuencia las primeras manifestaciones son la diarrea y el vómito, seguidas después por el hundimiento del cráneo. Seguramente esta secuencia invertida da motivo a los kikapúes y a los habitantes de Guerrero, para considerar a la diarrea como causante de la caída de mollera. También es heterogénea la información referente a la frecuencia de las evacuaciones, puesto que para algunos informantes, ésta se caracteriza por ser muy intensa, con intervalos de diez o quince minutos entre una y otra evacuación; otros mencionan que la diarrea llega a ser ocasional, con periodos más largos entre las deposiciones. Otros indicios típicos de la caída de mollera son la imposibilidad de tragar alimentos —manifiesta por el "chapaleo", un ruido peculiar al chupar el seno materno—, el ahogo y la inflamación de la campanilla. Por lo regular, estos indicios son complementarios del síndrome diarreico; no obstante, se presentan también en casos donde el enfermo no sufre despeño. Un síntoma poco mencionado y sin relación aparente con la diarrea, es la hinchazón de la cabeza. Si la enfermedad sigue su curso, el enfermo presentará arrugas en la piel, boca seca, algodoncillo y ausencia de lágrimas al llorar.Existen tres cuadros indicativos en la información etnográfica que parecen salirse de la norma. Uno se circunscribe al padecimiento conocido como caída de la mollera de atrás, reportado en Jalisco, donde aparte de diarrea, el enfermo presenta somnolencia y pies fríos. El segundo lo constituye la concepción particular de los mixtecos sobre este mal, donde la manifestación más sobresaliente es la aparición de abscesos en los oídos. Finalmente, los yaquis de Sonora y los nahuas poblanos consideran que la dolencia provoca como secuela el desplazamiento de un órgano adyacente al estómago, que los primeros denominan latido, y los segundos cuajo.En el caso de los adultos, la sintomatología es menos complicada: hay hundimiento del paladar, inflamación de la campanilla, diarrea, dolor y desgano. La mollera no se desplaza, pero, según la creencia de los nahuas de Puebla, sí se les cae el cuajo.El tratamiento de la enfermedad lo puede ejecutar un curandero, generalmente una partera o un familiar con el conocimiento adecuado. Debe efectuarse en la casa del enfermo, pues su traslado es considerado peligroso, dado que el malestar puede complicarse. Si el paciente es un niño, la curación consiste principalmente en una de cuatro operaciones, o bien, una combinación de ellas: se coloca un emplasto en la depresión del cráneo; se empuja el paladar hacia arriba; se toma al niño de los tobillos, se le voltea cabeza abajo y se le dan tres o cuatro palmadas en la planta de los pies finalmente, se succiona la fontanela sumida. Dichas operaciones -por lo regular realizadas una vez al día durante tres o cuatro jornadas consecutivas, son de carácter mecánico, puesto que se hacen con la finalidad de colocar la mollera en su sitio. A primera vista, el emplasto sobre la cabeza no parece tener ningún efecto mecánico; sin embargo, varios informantes mencionan que tiene la capacidad de "jalar" la fontanela deprimida. Los materiales más frecuentemente usados para elaborarlo son tomate asado, clara de huevo con azúcar, rodajas de cebolla, una mezcla de alcohol y azúcar, y papel de china. Cuando un niño presenta la mollera hundida, se cree que el calor de la testa ha sido desplazado por la penetración de una corriente fría; el emplasto, considerado caliente, vuelve a templarla y, así, la mollera regresa a su posición natural. De forma análoga, cuando el tratamiento consiste en "embrocar" al niño, es común colocar una bandeja de agua de tal manera que su coronilla toque el líquido; la finalidad de este procedimiento es que el agua, elemento frío, capte la frialdad en la cabeza del enfermo. En ambos métodos subyace la lógica de repulsión de contrarios, y atracción de iguales. Otro procedimiento mecánico, usado con menor frecuencia, consiste en soplar las narinas y boca del infante; de esta manera, como si se inflase un globo, la mollera vuelve a su lugar. Si acaso el paciente presenta las piernas disparejas, éstas se jalan sobándolas para emparejarlas. De todas las operaciones mecánicas mencionadas, la considerada de mayor peligrosidad es la de empujar el paladar, pues se corre el riesgo de romperlo y matar al niño; incluso, si la boca del paciente está muy seca, no se recomienda el "paladeo".En aquellas comunidades donde la caída de mollera es acompañada por el desplazamiento del cuajo, parte del procedimiento consiste en sobar el abdomen del paciente, o bien envolver su cuerpo en una manta y hacerlo rodar de un lado a otro, con el fin de acomodar dicho órgano.La cura también incluye la ingestión de líquidos, prescribiéndose tés de albahaca, estafiate, canela, encino, guayaba, cedrón, toronjil y, especialmente, manzanilla como agua de tiempo.Los mixtecos, quienes describen el padecimiento de manera muy singular, recomiendan dar de comer al niño el alimento antojado, así como frotarle los oídos con la misma comida; recuérdese que para este grupo, la dolencia es resultado de un antojo, y se manifiesta por abcesos en los oídos.Menos complicada es la terapia en el caso de los adultos; se circunscribe al paladeo y a la ingesta de líquidos.Si bien los datos etnográficos concuerdan al señalar que es un padecimiento frecuente en la población infantil, hay cierta discrepancia en cuanto a la edad específica en que se está más propenso a sufrirlo. Algunas fuentes reportan una mayor incidencia en infantes menores de un año; otras indican que afecta más a niños de uno a tres años de edad.Hay evidencias para suponer la existencia de esta dolencia en el discurso médico prehispánico, obviamente con otro nombre, ya que "mollera" deriva del latin mollis, que significa blando. Se reconocía a la fontanela anterior como posible puerta de escape del tonalli; además, entre los antiguos nahuas figuraba el teapatiani o curador de la mollera, quien acomodaba la fontanela caída de los niños presionándoles el paladar. En el apéndice al libro quinto de la obra de Bernardino de Sahagún, aparece el término motentzoponiz, que pudiera estar relacionado con el morbo actual, pues cita que:También decían que la mujer preñada, si mascaba aquel betún que llaman tzictli, la criatura cuando naciese, que le acontecería aquello que llaman motentzoponiz que mueren de ello las criaturas recién nacidas, y causase de que cuando mama la criatura, si su madre la saca de presto la teta de la boca, lastímese en el paladar y luego queda mortal.En el siglo XVII, de la Serna también menciona el término motentzoponiz y lo traduce como desbarbillarse. Curiosamente, el relato que hace de la Serna es casi idéntico al de Sahagún, con la excepción de llamar al betún tepetzictli. Son significativos estos textos, pues la idea del retiro repentino del pezón materno como causa de un desplazamiento del paladar, sigue vigente en muchos pueblos indígenas y mestizos. Mascar chicle no aparece en los datos etnográficos contemporáneos como causa de la caída de mollera; sin embargo, hay un informe de Veracruz referente a tomar pastillas anticonceptivas como acción suficiente para desencadenar esta enfermedad en un recién nacido. La relación entre el chicle prehispánico y los anticonceptivos modernos pudiera parecer aventurada. No obstante, el mascar chicle en tiempos precortesianos era visto como algo deplorable, digno solamente de las mujeres públicas; hoy en día la mujer que usa anticonceptivos también es considerada meretriz en algunos medios, particular mente en el campo mexicano.La medicina moderna considera que la llamada caída de mollera, particularmente la que afecta a los lactantes, es producto de una deshidratación. Ahora bien, las deshidrataciones generalmente pueden clasificarse en cuatro tipos, a saber: a) leves, donde la pérdida de agua equivale a menos de 5 % del peso corporal; b) moderadas, en las que destacan el lienzo húmedo, la fontanela deprimida, los ojos hundidos y las mucosas secas, y la disminución del peso fluctúa entre 5 y 10%; c) severas, equivalentes a una deficiencia de peso de entre 10 y 15%, y manifiestas por la cianosis, el colapso vascular y las extremidades frías; y d) fatales, donde la pérdida de peso es mayor al 20%.En general, existe correspondencia entre los datos etnográficos relativos a la sintomatología y lo señalado por la medicina académica. No obstante, en algunos casos de mollera caída no figura la pérdida de líquidos. Algunos pacientes solamente manifiestan la hinchazón de cabeza, dato que aparece en aquellas circunstancias donde la diarrea no se presenta.El hecho de que la enfermedad sea considerada como una deshidratación por los médicos titulados, es un tema conocido por los terapeutas populares; prescribir tés como agua de tiempo confirma sus preocupaciones por recuperar la pérdida de líquidos que ha sufrido el enfermo. Pero, a diferencia de los egresados de las facultades, los curanderos consideran que la ingestión de líquidos no es la parte medular del tratamiento. En este sentido, una terapeuta yaqui dice: "esto [mollera caída] es lo que los médicos llaman deshidratación, pero no se cura con sueros". Desde el punto de vista de la medicina popular, la enfermedad implica un desajuste mecánico que debe ser corregido para que sane el paciente.Resulta más difícil hacer la correlación caída de mollera-deshidratación si el enfermo es adulto, pues en este caso el síntoma más sobresaliente es la inflamación de la campanilla, posible indicio de algún proceso infeccioso.


Calambres
Lengua Indígena: Totonaco chilixwanat. Tzotzil tse lu' el.Dolores temporales que se presentan intempestivamente en las extremidades y que suelen acompañarse de una sensación de "engarrotamiento" y "hormigueo".En Chiapas, reconocen como causas al aire y los malos sueños enviados por fuerzas malévolas. En Morelos, las parteras adiestradas refieren que son un malestar frecuente en la mujer en los últimos meses del embarazo y que se originan cuando "ingiere sal en exceso, padece de nerviosismo o de una deficiencia de calcio". Los purépechas de Michoacán, los asocian a los cambios bruscos de temperatura; salir al aire cuando se está caliente, quitarse los zapatos después de haber caminado mucho, etcétera, actos que traen como consecuencia que el frío suba y quede atrapado en el "nervio" —nombre que reciben los músculos entre los purépechas—, provocando el malestar. Según la parte afectada, el nombre de la afección varía: para la cadera, calambre del cuadril, calambre de la pierna, etcétera.El tratamiento de este malestar persigue calentar la región adolorida mediante sobadas y la aplicación de emplastos. En Baja California Norte, colocan sobre la parte afectada una cataplasma muy caliente preparada con ruda, albahaca, artemisa, romero y yerbabuena fritos en sebo de riñonada. Los veracruzanos de La Capilla, frotan chichicastle sobre los músculos contraídos; los de Papantla utilizan fomentos de epazote o baños con agua de romero. Los chiapanecos friccionan la parte dolorida con hojas de chijilté' calientes, y en casos graves, realizan curaciones mágico-religiosas. Los morelenses soban con alcohol la región afectada con movimientos ascendentes, y como prevención, recomiendan a la embarazada beber mucha agua, no tomar sal en demasía e ingerir suplementos de calcio y un licuado de leche con huevo, incluyendo la cáscara.Para la medicina académica, los calambres son el resultado de contracciones involuntarias, dolorosas y transitorias de un músculo, sobre todo de la pantorrilla o del estómago. También se definen como dolores abdominales durante el parto, originados por la compresión de los nervios obturadores y plexos sacros por la cabeza del feto.


Chichinit

Del Totonaco chi'chin, se calienta, se quema. Para los totonacos poblanos de Zapotitlán de Méndez, enfermedad que se presenta en los recién nacidos, originada por la sangre y los olores que expele la puérpera.


Chinastenet

Totonaco, de chinas, moco y estenet, excremento de diarrea.Diarrea con moco.


Cólico del recién nacido

Enfermedad del infante en sus primeros meses de vida, cuyas manifestaciones son llanto, inquietud, dolor de estómago y ruidos intestinales.En la mayoría de los casos, la población la asocia a la lactancia y a condicionantes alimentarios y psicológicos de la madre. Una de sus causas, según algunos, es comer en exceso alimentos de calidad fría o caliente, ya que a través de su leche, la madre le transmite al hijo estas cualidades. También se señala como causa la entrada de aire, cuando por enojo o hambre el bebé llora mucho y "jala mucho aire"; idéntico efecto produce el uso de biberones, o la omisión de "sacar el aire" a los lactantes después de comer. Se menciona, además, el estado emocional y físico de la madre durante el embarazo o el amamantamiento: si está enojada o ha hecho un coraje, o si alimenta a su hijo estando fatigada, le hará daño al niño pues su leche está "caliente". De manera aislada se mencionan como origen del cólico del recién nacido, la "mala saliva" que trae en la boca el recién nacido y la "formación de heces" en el estómago.Además del dolor en el estómago, se reconocen como síntomas asociados el llanto intenso, la inquietud y la barriga inflamada; por otro lado, parece que el intestino "hierve", y hay palidez, decaimiento y calentura si el infante es de naturaleza débil.La mayoría de los remedios son internos, por vía oral, cocimientos de plantas que se ingieren como agua de uso o té, entre los que destacan los de la hierbabuena, manzanilla, anís y anís estrella y orégano, entre otros. Por vía rectal, es frecuente la aplicación de calillas de tronco de saúco.En Tecospa, Estado de México, el cólico se atribuye a la "formación de heces" en el estómago, y se suele administrar una purga elaborada con yolochichitl, aceite de comer y jugo de naranja, con el fin de forzar a que dichas heces pasen a los intestinos.Algunos tratamientos externos incluyen la colocación de cataplasmas o emplastos, sobre todo si la hinchazón del vientre es notoria, masajes y la "envoltura" del pequeño con trapos, para que "agarre calor".En Tenejapa, Chiapas, donde la causa del cólico es la "mala saliva" que trae en la boca el recién nacido, acostumbran frotar sus labios con chile, así como ponerle en la boca un poco de chile masticado por la madre, para que saque esa "mala saliva".Cabe mencionar que el empleo de calillas o supositorios favorece la relajación del esfínter anal y provoca la defecación, la cual mitiga las molestias intestinales. Las propiedades medicinales ? estomáquicas y antiflatulentas? atribuidas a las plantas usadas por la terapéutica popular como remedios calientes por vía oral o externa, contribuyen a disminuir el dolor, el espasmo intestinal y la formación de gases. Sin embargo, Aguilar y Zolla señalan que en el caso del anís o anís estrella, es necesario especificar de qué planta se trata, pues en ocasiones reciben el mismo nombre especies diferentes, presentándose casos graves de intoxicación o envenenamiento en lactantes con el anís estrella, pues entre las numerosas especies del género Illicium, la I. anisatum y la I. floridanum son tóxicas o adquieren la toxicidad durante el almacenamiento, circunstancia difícil de verificar por falta de control de calidad o por la imposibilidad de distinguir sus frutos.Como medidas preventivas, se indican vigilar la dieta de la madre y que ésta no toque el agua fría para evitar que sus pechos y leche se enfríen.Para la medicina académica este cuadro clínico correspondería a la dispepsia transitoria del lactante cuyos signos y síntomas ?que se presentan con distinta intensidad? son los cólicos abdominales intermitentes, hipo, vómito sin esfuerzo, falsa constipación por espasmo esfinteriano anal, meteorismo posprandial y sudoración cefálica, principalmente. Su causa puede ser la falta de maduración del sistema nervioso en los tres primeros meses de vida del niño.

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