miércoles, 30 de septiembre de 2009

ETAPA 5

Canchas para el juego de pelota




El Tajín es famoso también por sus extraordinarias canchas para el juego de pelota, con tallados



de piedra que representan los sacrificios humanos. El juego de pelota era una ceremonia religiosa misteriosa en la que se utilizaba una pelota que se lanzaba con las rodillas, las caderas y los codos a través de aros. Algunos arqueólogos creen que los triunfadores del juego se ganaban el honor de ser sacrificados a los dioses. Otros creen que los perdedores eran sacrificados como pena por el desempeño inadecuado. Aún otros piensan que el

juego de pelota podría haber servido como ejercicio de entrenamiento para los jóvenes guerreros.




Cancha para los juegos de pelota.





Artesanías


En general, las artesanías totonacas son para uso familiar y ceremonial. Se confecciona indumentaria tradicional que consiste en faja, blusa y quexquémitl; gran parte de ella se hace en telar de cintura, y sólo algunas veces con telas industrializadas; además, en el telar se elaboran servilletas, manteles y toallas. Los totonacas de Papantla utilizan el hilo de algodón o de acrilán, y tejen con la técnica de confitillo, cuyo terminado final queda con una textura afelpada. Además se fabrican cestos, vasijas, juguetes e incensarios de barro; máscaras de madera y ornamentos de palma.


Danza de los negritos de la región Totonaca




Cada grupo de "negritos" consta de trece muchachos, de los cuales uno, llamado "maringuilla", va vestido de muchacha y lleva rebozo y una canasta. Los otros doce llevan camisas de colores brillantes y casacas y pantalones negros, estos últimos con aberturas laterales y muy ricos bordados sobre un material que generalmente es terciopelo o rayón. Adornan sus sombreros con espejos, flores de hojalata y plumas blancas. Generalmente los sombreros llevan además flecos, o hilos con cuentas, que cubren el rostro de los danzantes, que además se adornan con numerosos pañuelos en las muñecas y al cuello. La danza utiliza taconeo rapido y vigoroso, que se acompaña con castañuelas; en ocasiones, incluye el trenzado de cintas de colores alrededor de un poste, gracias a los movimientos de los danzantes que portan el extremo libre de las cintas. Es propia de los pueblos totonacas de los estados de Veracruz y Puebla, aunque tambien se le encuentra en algunos pueblos nahuas de los mismos Estados.
Los esclavos negros traídos de Africa por los españoles fueron distribuídos en las regiones donde abundanvan los trabajos agrícolas. En esta región, o sea el señorío de los Totonacas, fue destinada gran parte del cultivo de la caña de azúcar, destinado también gran número de negros importados.
Cuenta la vieja tradición, que una negra impulsada por los sublímes sentimientos maternales, decidío acompañar a su único hijo, haciéndolo de contrabando.
Un día el negro fue mordido por una víbora: acudió la madre acompañada con los demás negros a recoger al paciente y siguiendo los ritos de sus ancestros lejanos, aprisionó a la víbora y con ella hicieron una ceremonia en torno al lesionado, esperando que por un milagro se aliviara: esta ceremonia consistió en bailes, gritos e invocaciones en derredor del negro enfermo, teniendo la madre aprisionado al animal fuertemente por la cabeza.
En el sitio de la tragedia estuvieron como espectadores todos los Totonacas de la Encomienda, presenciando hasta los movimientos más insigníficantes, procurando captar las voces y las palabras del conjunto.
El Totonaco de instinto imitativo muy marcado, de mística psicológica y socarrón, comenzó a poner en práctica aquella ceremonia, pero en forma burlesca. Al pricipio fue para ellos un mero ensayo infernal; pero con el tiempo fueron perfeccionando sus pasos y evoluciones hasta lograr lo que en la actualidad podemos contemplar, una danza bien organizada sobre compases del violín y la guitarra.
La danza se integra normalmente con doce individuos que son; un caporal, una maringuía, un subcaporal, un Pílatos o bufón y el resto lo forman ayudantes.
Personificando a la madre del enfermo, está la "Maringuía", hombre vestido de mujer; lleva una jícara pintada en rojo (secual colorado), un pañuelo de seda y dentro del él, la víbora.
Y como en toda danza mexicana, complementa este cuadro el "Pilatos" o "bufon", una especie de "espiritu chocarrero" que abre campo a los danzantes.




Danza de los voladores









Los niños totonaca mantienen la tradición del rito de la fertilidad (danza).
Sesenta menores aprenden a volar estos días en el este de México.
Ascienden a un palo de 17 metros de altura y se descuelgan atados y dando vueltas.
Sesenta niños indígenas totonacas están aprendiendo en el este de México la danza de los voladores, un rito de fertilidad en el que los pequeños suben a un palo de 17 metros aupados por sus padres y descienden dando vueltas atados a una cuerda para preservar la tradición. A partir de los 10 años los niños totonacas empiezan a ir a la Escuela de Voladores de Papantla, en el estado oriental de Veracruz, donde además de recibir instrucción en el arte del vuelo, dedicado al dios del Sol, aprenden la lengua autóctona y a bordarse sus propios trajes, informaron los promotores de esa iniciativa.
Los menores que asisten a la escuela adquieren por ello el compromiso de volar por un espacio de al menos doce años y se dividen entre los que empiezan a lanzarse desde el palo de 17 metros y los que lo hacen desde otro de 33 metros.
Esta es una de las iniciativas del Centro de Artes Indígenas, un proyecto conjunto de los promotores del festival Cumbre Tajín y del Consejo Supremo Totonaco, el órgano de decisión de esta comunidad, creado hace dos años con la finalidad de rescatar las costumbres y recuperar el orgullo perdido de este pueblo.
Pero además de preservar las tradiciones, los responsables de ese centro tienen claro que los pequeños no pueden perder el tren de la modernidad por lo que se les enseña inglés y se les ofrece un aula con acceso a las nuevas tecnologías, para que puedan seguir sus estudios y preparar su acceso a la universidad.
El experto indigenista y director de Cumbre Tajín, Salomón Balbaz, que trabaja codo a codo con los Totonaca desde hace años, recalca la importancia de ofrecer una educación integral a los pequeños y confiesa que su sueño es que un día alguno de ellos llegue a ser arquitecto pero que también sepa volar.
Además de la Escuela de Voladores, el Centro de Artes Indígenas organiza talleres de alfarería, tejido de algodón, medicina tradicional y cultivo de vainilla, entre otros, siempre preservando las formas tradicionales de trabajar con los productos de la tierra.
"Estamos siendo testigos del renacer de una cultura", afirma Balbaz al recordar la situación en que vivía ésta hace décadas.
El experto indigenista contrapone la ilusión con la que los totonaca practican ahora sus tradiciones con la vergüenza que sentían hace tan sólo quince años de mostrar sus atuendos y hablar en su lengua en la ciudad de Papantla, cuyos habitantes los discriminaban y rechazaban.
Otras de las iniciativas del Centro de Artes Indígenas es un curso de vídeo para indígenas en el que ya se han filmado ocho cortometrajes que relatan la vida cotidiana del pueblo totonaca.
Con el objetivo de difundir la cultura de esta comunidad, el centro ha publicado un diccionario totonaca-español, un libro de canciones y poemas, otro de gastronomía y un manual de normas de escritura en lengua totonaca.
Los Totonaca, palabra que significa "tres corazones", son un pueblo formado por 400.000 personas repartidas entre Veracruz y el estado vecino de Puebla, en el centro de México, que se define por su carácter pacífico y por sus habilidades artísticas, adquiridas gracias a sus dioses creadores, según sus miembros.
El líder supremo de esta comunidad, Juan Simbrón, remarca que los totonaca "no son un pueblo guerrero", y que sus únicas armas son "la cultura, el conocimiento y el espíritu".
Balbaz recuerda que estos indígenas pudieron conservar mejor sus tradiciones durante la Conquista (1519) porque los españoles se dirigieron inicialmente hacia la antigua Tenochtitlan (Ciudad de México) y no invadieron la región del Totonacapan hasta dos siglos y medio después de llegar a México.










Voladores.


Los totonacas, el antiguo pueblo que vivió en El Tajín, tuvo un rito religioso fascinante al que se le conoce como el Vuelo de los Voladores. El vuelo de los Voladores es un espectáculo asombroso en el cual cuatro hombres "vuelan" de cabeza de un palo de 100 pies de altura mientras que en la cima del palo un músico baila, tamborilea y toca en la flauta una melodía evocadora.

1 comentario:

  1. hola soy artesano del estado de puebla ANDO OFRECIENDO " CASCABELES PARA ESTA DANZA ESPECIALMENTE mi correo ronaldo_porras@hotmail.com para mas informacion. saludos

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